Resulta llamativo que los partidarios de este gobierno llamen «facho» a todo aquel que se opone a alguna medida o se atreve a proferir una crítica al régimen. Utilizan esta palabra a modo del peor de los insultos, sin saber que es la palabra que mejor los define.

Ciertamente, la palabra «facho» deriva de Fascismo, un movimiento político totalitario que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939). Veamos, pues, cuántas coincidencias hallamos entre el fascismo y el kirchnerismo:

1. Ambos suprimen la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo.

2. Ambos proponen, a modo de proyecto político, instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista.

3. Ambos presentan como base intelectual la sumisión de la razón a todo lo dispuesto por el gobierno.

4. Ambos utilizan hábilmente los nuevos medios de comunicación a modo de propaganda.

5. Ambos proponen un líder carismático en quien se concentra todo el poder.

6. Ambos aprovechan los sentimientos de miedo y frustración colectiva respecto de lo que sucedió en el pasado.

7. Ambos justifican su odio identificándose como «víctimas» de un enemigo, interior o exterior, al que se ataca discursivamente.

8. Ambos postulan un enemigo común (real o imaginario) que actúa de chivo expiatorio.

9. Ambos promueven la violencia irreflexiva de las masas contra ese enemigo común al que se ataca mediante la propaganda oficial.

10. Ambos logran la adhesión masiva mediante un sistema educativo dirigido a ello, la propaganda mediática y la instauración del temor a no encontrar un sitio en la propia tierra.

11. Ambos se caracterizan por una negación a ubicarse en el espectro político ya definido, para dar la sensación de que se trata de un movimiento «nuevo» (por ello es un error considerar que el fascismo es propio de la derecha).

12. Ambos emplean la demagogia para manejar a las masas en beneficio del régimen.

Así dadas las cosas, me parece un agravio imperdonable que se me llame «facho», ya que, como vemos, las palabras «fascista» y «kirchnerista» vienen a ser sinónimas. Y que un kirchnerista llame a alguien «facho» por criticar a este régimen resulta tan absurdo como que un cerdo acuse de sucio a todo animal que se atreva a bañarse.

Respetemos el verdadero significado de las palabras y llamemos a las cosas por su nombre: los kirchneristas son «FACHOS», aunque la palabra no les guste. Me recuerdan el caso de un ciego que odiaba a los negros y que, cuando alguien lo ofendía, fuera blanco o negro, lo llamaba «negro», sin saber que él también lo era.

 
He aquí a la «facha» número 1 de la Argentina.