Esta imagen de video, grabado por disidentes, muestra el mal estado de la prisión Combinado del Este en La Habana. Fuentes en Miami han dicho que Mariano Rivera, un ex director de prisiones en Villa Clara y vinculado a maltratos recibidos por disidentes

JUAN O. TAMAYO

JTAMAYO@ELNUEVOHERALD.COM

Se afirma que un ex jefe de prisiones en la provincia de Villa Clara, en Cuba, está viviendo en el sur de la Florida a pesar de acusaciones de que le negó tratamiento médico a un preso y le arrancó los tubos de alimentación intravenosa a otro que se encontraba en huelga de hambre.

También se informó que Marino Rivera, de unos 80 años de edad, y su esposa, una ex oficial de migración en la capital provincial, Santa Clara, han hecho más de un viaje a la isla, aunque generalmente Cuba le impide el regreso a los desertores.

Santiago Alpízar y Wilfredo Allen, abogados de inmigración de Miami, informaron que contactaron a fiscales federales de EEUU para saber cómo se le pudo permitir la entrada a Estados Unidos a Rivera a pesar de sus antecedentes.

Rivera y su esposa eran ambos altos oficiales en el Ministerio del Interior, a cargo de la seguridad interna, las prisiones y los bomberos, y eran miembros del Partido Comunista. No se pudo localizar a ninguno de los dos para que hicieran comentarios.

Guillermo Fariñas, un disidente de Santa Clara ganador del premio Sájarov de derechos humanos del Parlamento Europeo en el 2010, dijo que Rivera le arrancó dos agujas intravenosas de sus brazos en un brote de cólera durante una de sus muchas huelgas de hambre en 1998.

Fariñas agregó que cumplía una sentencia a tres años de prisión por incitación al delito cuando comenzó la huelga de hambre y después de 35 días terminó en el Hospital Celestino Hernández, en Santa Clara, con tubos intravenosos de alimentación en ambos brazos.

“Yo estaba en una cama en la sala penal y él entró, como jefe de cárceles y prisiones, para hablarme de buena manera para que dejara la huelga”, aseguró Fariñas desde su casa por teléfono el jueves.

“Pero entonces empezamos a discutir y el explotó y entró en cólera. Me arrancó las dos agujas de un tirón. Simplemente me las arrancó”, declaró Fariñas. “El gritó que los opositores no necesitaban sueros. Necesitaban que los mataran”.

Ayudantes de Rivera lo apartaron, agregó Fariñas, pero “se pudo ver la esencia criminal de este represor”.

Benito Ortega, un disidente que afirma que estuvo 22 años en las prisiones de Castro y ahora vive en Virginia, declaró que Rivera era jefe provincial de prisiones en 1994, cuando él solicitó tratamiento médico por una fístula anal muy infectada.

“El me dijo que los disidentes queríamos caer presos para recibir mejor tratamiento médico y que él no aprobaba eso”, relató Ortega a El Nuevo Herald. La fístula se sanó eventualmente por sí misma.

Rafael Pérez, un disidente que vive actualmente en Houston, indicó que fue hostigado muchas veces por Rivera y su esposa cuando él vivía enfrente a la casa de la pareja en Santa Clara. La esposa era una teniente coronel del Ministerio del Interior, agregó.

Rivera irrumpió varias veces en su casa y le dijo que lo arrestaría si salía de ella, agregó Pérez. La pareja también participó en varios “actos de repudio” contra él y otros disidentes en Santa Clara.

Rivera se jubilo hace unos siete años como coronel del Ministerio del Interior, aseguraron Fariñas y Rivera. Después de su retiro, la pareja hizo unos tres viajes a EEUU para visitar a una hija que vive en el sur de la Florida, y decidieron quedarse en su cuarta visita.

Todos los cubanos pueden quedarse una vez que ponen pie en territorio de EEUU, pero generalmente se les requiere declarar si tuvieron altos cargos en el gobierno o eran miembros del gobernante Partido Comunista, y pueden ser expulsados si mienten.

Los tres disidentes afirmaron que recuerdan a Rivera como un oficial del gobierno particularmente agresivo y a menudo desagradable.

Fariñas, quien sirvió en las fuerzas especiales elite del Ministerio del Interior hasta que rompió con el gobierno en los 1980, indicó que conoció por primera vez a Rivera cuando trabajaban para el temido departamento de Seguridad del Estado en las décadas de 1960 y 1970. Fariñas no sabía cuál era el trabajo de Rivera allí, pero Rivera lo hizo lo suficientemente bien para que el gobierno lo premiara con una carro Lada rojo, un símbolo de alto estatus en Cuba.

Rivera fue promovido a comienzos de la década de 1980 a director de reeducación de las prisiones juveniles de la provincia de Villa Clara, donde Fariñas volvió a encontrárselo. Fariñas declaró que escribió su tesis doctoral de Psicología sobre los abusos en ese mismo sistema y citó como ejemplo que los oficiales demandaban sexo o dinero a las madres de los reclusos.

Relató que Rivera lo citó a la oficina, “me sacó la pistola y me amenazó con meterme un tiro si no cambiaba los resultados de mi tesis”, declaró Fariñas. La tesis fue posteriormente confiscada por el gobierno y nunca fue publicada.

Ortega amplió que conoció a Rivera en 1994, cuando ya era jefe de prisiones en la provincia, en un momento donde se reportaban muchos abusos contra los presos. Tres reclusos que padecían de asma murieron por falta de atención en la prisión de Alambradas de Manacas, agregó.

Pérez, quien fue su vecino, relató a El Nuevo Herald que oyó que Rivera y su esposa habían regresado hacía unos meses a Santa Clara y no fueron recibidos muy bien por sus otros vecinos.

“Los comunistas no los recibieron bien” debido a su mudada a Estados Unidos, indicó Pérez. “Y los que están contra Castro, menos”.