Alejandro Borensztein
Alejandro Borensztein

Le juro amigo lector que yo lo entiendo perfectamente. Cierro los ojos y me lo puedo imaginar, despertando a las 3 de la mañana, agitado y transpirado porque estaba soñando que era 10 de diciembre y Ella reasumía como Presidenta por cuatro años más.

Pero tranquilo querido. Nada de eso va a pasar. Ya terminó. Se acabó el verso. Ya se lo expliqué veinte veces: ni ganando Scioli sigue el kirchnerismo, ni siquiera con Randazzo, que es capaz de pasarlos a degüello aún más rápido que el Compañero Lancha. Parece mentira que todavía haya kirchneristas que no se dieron cuenta.

También lo acaba de decir Urtubey: no hay doble comando. El que gana tiene la lapicera y se acabó la joda. ¿Usted cree que si gana Lancha, el tipo va a ir a la Rosada para cuidarle el Sillón de Rivadavia a Ella? ¿En qué mundo vive? Es una cuestión de supervivencia. O los saca a todos o lo terminan sacando a él.

El kirchnerismo puro es muy chico. Salvo que gane una fórmula Zannini/Cuervo Larroque, tienen la suerte echada. Todos a casita y a empezar a contratar abogados.

Ni hablar si gana el Compañero Mauri. Y agarrate si llegara a ganar Massa (sigo sin poder sacarle el apodo). Su esposa Malena, a quien el gobierno le mandó un matón a revolverle las camas de sus hijos, se las tiene jurada. ¿Y Stolbizer? ¡¡Ya fue a Suiza a averiguar y trajo todos los papeles!! Imaginate.Por eso amigo lector, tranquilo. Yo sé que cada Cadena Nacional lo enloquece. «¡¡Cómo pueden ser tan fachos!!», grita usted contra la pared. Piénselo al revés. Cada Cadena Nacional son miles de votos menos. Si usted es guapo y se la banca, mírelas. Disfrútelas. Después las va a extrañar. Y si no lo puede tolerar más, cambie de canal y ponga GOURMET que hacen cosas riquísimas.

Yo sé que usted vio la inauguración del nuevo Centro Cultural y le pareció fabuloso. Y sí, es fabuloso. Una obra extraordinaria. Pero al mismo tiempo está indignado porque le pusieron CC Kirchner y el logo es una K en celeste y blanco. Ni Idi Amin se hubiera animado a tanto. Y bueno, son así. No van a andar cambiando ahora que ya se van.

Vaya igual. No le dé bola al cartel. Y ni se le ocurra mirar la placa de mármol que pusieron en la entrada y que dice: «este edificio tiene un alto contenido simbólico para la comunidad en general y para Néstor Kirchner en particular, ya que era hijo de un trabajador postal, quien en sus viajes desde Río Gallegos a Buenos Aires solía visitar el edificio y recorrer sus instalaciones».

Le juro que pusieron eso, pero ni lo mire. Hágase el boludo y disfrute de la buena arquitectura. Y si el morbo le gana y no puede evitar leer la placa, piense que tiene su lógica. Al fin y al cabo, cuando el Compañero Jefe creció y se hizo grandecito, mantuvo la tradición familiar llevándoles cartas documentos y cédulas de desalojo a los pobres que no podían garpar las hipotecas de sus casitas.No sufra más, amigo. Aflójese y trate de divertirse con lo que pasa. Mire a los de Carta Abierta. Se horrorizaron por la participación de los candidatos en el programa «chabacano» de Tinelli y terminaron riéndose de un chiste sobre el brazo amputado de Scioli. ¿Lo vio a Ricardo Forster diciendo que no se estaban riendo de eso? ¿Y de qué carajo se reían entonces?

El kirchnerismo duro defiende lo indefendible. Era más fácil decir que se equivocaron, pero ahí no existe el «me equivoqué». Así les va y así les fue. «Imberbes y estúpidos», les dijo Perón el 1° de mayo de 1974, y sin embargo todavía siguen cantando la marchita. Debe ser muy pegadiza.

Vamos, aguante un ratito más, distráigase. Vaya al cine. Hágase mimar. Deje que su mujer lo tome de las mejillas y le susurre al oído con la mayor ternura: «Tranquilo gordo, respirá que ya falta menos». ¿Te bancaste a Isabel, a López Rega y a las bestias del 76? ¿Cómo no te vas a bancar a estos muñequitos que son todos de juguete? Vení que cebamos unos matecitos y miramos Discovery Channel así te me distraés con la fauna marina de la Polinesia y cuando te quieras acordar, ya se fueron».

Amigo lector, ¿se bancó once años y medio y no me va a aguantar medio añito más? Recuerde la famosa frase del Compañero Alsogaray cuando en 1959 dijo: «hay que pasar el invierno». Digo «Compañero» porque hay que recordar que en los ‘90 Alsogaray fue «Compañero» de muchos de los que están ahora, incluido el Compañero Centro Cultural. Ni hablar de Boudou que militaba por el proyecto nacional y popular, en la sucursal UCeDé.

Yo sé que son días duros. Como siempre, la Semana de Mayo, en lugar de que todos festejemos la de 1810, festejan ellos solos la de 2003. Todavía falta el 9 de julio, que es cuando ellos conmemoran la Independencia declarada por el Compañero Represa Hidroeléctrica, o también Compañero Natatorio. Y ojo mañana lunes. Tómese un Rivotril y tenga el celu del tordo a mano. El proyecto nacional, popular, hotelero y ahora también eclesiástico va a celebrar el Tedeum (el que aborrecieron hasta que llegó Francisco) reinaugurando la Basílica de Luján. Ya le anticipo que quedó impecable. Será otra maravilla para ir a visitar. Hubo fuertes presiones para cambiarle algunos detalles a la Basílica, pero finalmente no pudieron. ¿Adivine a quién querían poner en la cruz en lugar de Jesús?

Pensemos para adelante. Nos dejan 25% de pobres, una inflación insólita, conflictos con todos los países occidentales incluidos Brasil, Uruguay y Chile, un puñadito de dólares, toda la infraestructura de energía devastada, los narcos, la inseguridad, menos cabezas de ganado y más violencia en el fútbol que nunca, todos los gremios en pie de guerra y una sociedad partida innecesariamente, entre otros logros.Pero yo siempre le digo lo mismo amigo: ahora hay que prestarle atención a los que vienen. Por suerte, todos ellos tienen al menos una virtud: son seres humanos.

Y resista. Míreme a mí. Yo me la banco, acá en esta página 2. Al lado mío, en la página 3, está Hermenegildo Sábat, que esta semana fue declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires. Un prócer del arte y la cultura al que este gobierno llamó «mafioso», «derecha» y no sé cuántas cosas más.

Gran Menchi es uno de los ejemplos que verifican la lección que aprendí en mi casa desde chico, cada vez que perseguían a mi viejo: hay que aguantar porque al final siempre se van los malos y quedan los buenos.

Tranquilo macho, ya falta menos.