En plena era de internet, el tribunal Supremo Electoral tiene hasta doce días para dar el resultado del referendo en Bolivia. 

Pedro García Otero

García Linera habló de “empate técnico” en Bolivia y el conteo de votos se paralizó en la práctica. (Telesur)

Miro, desde hace horas, la página web del Organismo Electoral Permanente (OEP) del Tribunal Supremo Electoral del Estado Plurinacional de Bolivia. Muchos nombres rimbombantes en un solo párrafo, ¿verdad?

La página estaba congelada desde anoche y esta mañana ha avanzado en menos de cien actas. Muestra 8.416 actas computadas (de más de 30 mil que conforman la totalidad de los votos) y 63% de las preferencias a favor de la oposición.

¿Qué ha pasado desde anoche? Una sola cosa: El vicepresidente Álvaro García Linera salió al paso de la euforia opositora, generada por los sondeos a boca de urna, que hablan de una victoria del No (estrecha, pero incontestable) en el referendo por la reelección hasta 2025 del presidente Evo Morales.

Declaró el funcionario, que en muchas ocasiones es el encargado de ser el “policía malo” en el Ejecutivo de Bolivia, que en el referendo había un “clarísimo empate técnico” (una declaración de esas que pueden servir como ejemplo al término Oxímoron).

A pesar de García Linera, los grandes medios de comunicación del mundo dan como un hecho que Evo Morales termina su mandato en 2019. El intento de perpetuarse (aún más) en el poder le ha salido mal, pero no es descartable un zarpazo; al fin y al cabo, el Tribunal Supremo Electoral ha señalado que los resultados definitivos “pueden darse en doce días”; doce días que bastarían no solo para aplacar los ánimos, sino para torcer la voluntad popular.

Desde 2005, Evo Morales viene siguiendo fielmente el libreto delsocialismo del siglo XXI, que no solo implica cooptación de los poderes, encarcelamiento de opositores, populismo desatado y aherrojamiento descarado de los medios de comunicación; también significa una pésima digestión de las derrotas electorales.

En 2007, Hugo Chávez, el padre y financista del modelo, perdió un referendo similar al que ha perdido anoche Morales, aunque más ambicioso: Le otorgaba solo a él la prebenda de la reelección indefinida, y reformaba la Constitución para establecer ya, y sin ambages, un comunismo de corte cubano en Venezuela.

Calificó el triunfo opositor (el primero en nueve años, por lo cual le dolió mucho) de “victoria de mierda”, aplicó la reforma constitucional por vía de leyes habilitantes (un claro fraude a la voluntad de los votantes) y dos años después enmendó la Constitución para lograr su sueño reeleccionista eterno. Una eternidad que, biología mediante, duró muy poco.

¿Qué hará en esta oportunidad el tándem Evo-García Linera? La percepción de quien esto escribe, desde Venezuela, es que aceptará en lo formal el resultado electoral, como lo aceptó Chávez, como lo acaba de aceptar Nicolás Maduro luego de la tunda que llevó en las elecciones parlamentarias de diciembre, y como lo tuvo que aceptar a regañadientes la expresidenta argentina, Cristina Kirchner. Eso sí, se tardan horas, incluso días, en aceptarlo; llevan a sus sociedades al borde de la crisis y les dejan la sensación de que hubieran podido hacer algo distinto. Es una técnica para la desesperanza aprendida: fomentan la percepción de que, incluso perdiendo, son inderrotables. Ese es el objetivo de la demora.

Y hago énfasis en “en lo formal” porque luego vendrá la trampa. Evo, probablemente, buscará otras maneras de perpetuarse en el poder, contando con sus 120 de 162 diputados, con el Tribunal Supremo de Justicia a su favor, con los medios silenciados y con todas las palancas del poder usadas sin escrúpulos. Como en Ecuador, como en Venezuela, como en Argentina y como en Nicaragua, donde el afán reeleccionista de Daniel Ortega ni siquiera tuvo que pasar por la formalidad del referendo.

Pero igual lo va a tener difícil, porque esta victoria del No también cohesiona a la dispersa oposición, y muestra que aún con todo en contra los triunfos son posibles. También muestra que Morales, con todo el control político, puede ser minoría cuando de perpetuarse se trata. Las elecciones en nuestros países son totalmente fraudulentas, no solo en el día de la elección. Pero aún así, si una sociedad está determinada al cambio, ni las limosnas, ni los chantajes, ni las amenazas, logran disuadirla de su objetivo.

Es posible que Evo solo esté preparando su discurso de aceptación, y lo tiene complicado, porque nadie está preparado para las derrotas en política; pero para el “socialismo del siglo XXI”, cada fracaso electoral significa el riesgo de disolución. Al fin y al cabo, habla siempre en nombre del “pueblo” esa entelequia que solo es posible cuando se está en mayoría. Cuando queda abiertamente en minoría, como está sucediendo hoy en Venezuela, el discurso pasa a ser ridículo.

En esta hora crítica de Bolivia, la posición más complicada para el país sería que el mandatario se empeñara en desconocer abiertamente la voluntad popular. Esperemos que no, y que llegue el día en que este Socialismo del Siglo XXI (que no es más que una mezcla de viveza tradicional latinoamericana, con un fuerte componente de corrupción y con ese cáncer que para la democracia de la región es el reeleccionismo) no sea más que un mal recuerdo.

Origen: Referendo en Bolivia: El socialismo del siglo XXI digiere mal las derrotas