El régimen iraní atraviesa una crisis de legitimidad: el Irán joven y urbano rompió hace tiempo su adhesión a una revolución que no respeta sus derechos
Algo se mueve en Irán, lo hace bajo la superficie de un régimen asfixiante. Sólo en contadas ocasiones ese movimiento subterráneo sale a la luz y se deja ver en forma de protestas y manifestaciones callejeras. En lo que llevamos de año se han producido dos brotes. Uno en enero y otro el mes pasado, ambas sofocados con dureza por el Gobierno.
El catalizador del malestar es la crisis económica que azota el país desde hace años y que se ha recrudecido en los últimos meses. La inflación se sitúa por encima del 10%. Y en cestas como la de frutas y verduras supera el 50%, complicando la subsistencia básica de muchas familias. El desempleo no detiene su escalada y se ha colocado por encima de un insoportable 12%.
A diferencia de los países europeos, Irán no dispone de estabilizadores automáticos que, en forma de subsidios y prestaciones, amortiguan las vacas flacas para las clases populares. En Irán desempleo prolongado es sinónimo de hambre y mendicidad o, si la edad y las fuerzas lo permiten, de tránsito hacia el incierto sector informal.
Se ha juntado todo. La pésima gestión económica de los dos últimos Gobiernos, el de Mahmud Ahmadineyad y el de Hasán Rouhani, la corrupción extendida en todos los niveles de la administración, el derrumbe del rial, que se ha depreciado un 400% con respecto al dólar en la última década, una brutal sequía que ha afectado a la producción de alimentos y, como guinda final, la incertidumbre creada porDonald Trump al abandonar el acuerdo nuclear.
El país sigue siendo el cuarto productor mundial de petróleo, pero consume una gran cantidad y en la lista de exportadores baja hasta el puesto decimoquinto. Aún así, el crudo supone dos terceras partes de sus exportaciones, dirigidas en su mayor parte hacia extremo oriente. Esta entrada segura de divisas podría esfumarse si EEUU presiona para que nadie compre petróleo a Teherán. Un escenario así supondría la bancarrota de la república.
El hecho es que la economía iraní tuvo su ventana de oportunidad hace sólo tres años con la firma del acuerdo nuclear. Aquello era la gran esperanza. El acuerdo suponía el reingreso de Irán en la comunidad internacional. Eso traería inversión y empleo. Así al menos es como lo vendió Hasán Rouhani que, a finales de 2015 se las prometía muy felices.
Irán se iba a convertir en el nuevo tigre del golfo Pérsico y Teherán la sucesora de Dubai. Iran Air, la aerolínea de bandera se aprestó a comprar aviones nuevos a Airbus y se iniciaron las obras de ampliación del aeropuerto Jomeini de la capital. Planificaron dos nuevas terminales. La primera de ellas sigue en obras, arrastra ya un retraso de dos años y nadie sabe a ciencia cierta cuándo será inaugurada. De la segunda nunca más se supo.
Origen: La revolución silenciosa: algo se mueve en Irán – Disidentia
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Ojala si es asi pues Iran es una de las causas de los malestares en America incluyendo la apropiacion de varias ciudades estadounidenses como Dearborn. La culpa de Iran lo tuvo Carter y sus Democratas
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