Credit…Nicole Tung para The New York Times

KIEV, Ucrania — Todos los días, Viktoriya tiene que pasar frente a la casa donde la violó un soldado ruso de la misma edad que su hijo adolescente

A principios de marzo, las tropas rusas llegaron a su pueblo que tiene dos calles y está cerca de Borodianka, un suburbio de Kiev. Explica que, poco después, dos soldados la violaron a ella y a una vecina, mataron a dos hombres, incluido el esposo de esta última, y destruyeron varias casas.

“Si no piensas en todo eso, puedes vivir”, dijo Viktoriya en una entrevista hecha en el poblado en un día lluvioso reciente. “Pero, por supuesto, no se olvida”.

Ella está cooperando con los fiscales porque dijo que quiere que los responsables sientan el “dolor eterno” que le causaron. “Quiero que sean castigados”, dijo.

Es imposible asegurar que los castigarán y pueden pasar años hasta que eso suceda. Las violaciones fueron una de las muchas atrocidades que las tropas rusas infligieron a los civiles ucranianos durante las semanas de ocupación en los suburbios de Kiev y otros lugares; sin embargo, las dificultades para procesar las agresiones son enormes: las pruebas son limitadas, las víctimas están traumatizadas y, a veces, son reacias a testificar sobre sus agresiones, si es que llegan a denunciarlas. La mayoría de los soldados acusados han desaparecido.

Los fiscales ucranianos afirman que están investigando miles de crímenes de guerra, entre los que se incluyen los asesinatos tipo ejecución y los bombardeos indiscriminados de civiles. Entre estos, “decenas” implican violaciones, señaló Kateryna Duchenko, quien supervisa los casos de violación en la oficina del fiscal general de Ucrania, un porcentaje bajo que representa solo una parte del sufrimiento. La víctima de mayor edad tenía 82 años, dijo.

Un vehículo militar destruido en la carretera que conduce a un pequeño pueblo cerca de Borodianka, Ucrania.
Credit…Nicole Tung para The New York Times

A pesar de eso, las autoridades ucranianas tratan de buscar justicia para los ataques de violencia sexual. El jueves pasado, en un caso distinto al de Viktoriya, los fiscales iniciaron el primer juicio por violación como crimen de guerra. En una audiencia a puerta cerrada en un tribunal de Kiev, acusaron a un soldado ruso de irrumpir en una casa de Bohdanivka, un poblado al este de la capital, violar a una mujer en presencia de su hijo y asesinar a su esposo. La agresión ocurrió el día después de que Viktoriya y su vecina dijeron que habían sido violadas en su poblado, al otro lado de Kiev.

El soldado enjuiciado, Mikhail Romanov, de 32 años, fue identificado por los investigadores a través de las redes sociales, según informaron los medios de comunicación, y la sobreviviente lo reconoció. Lo están juzgando en ausencia, pero el caso enviará una señal importante a las víctimas de la violencia sexual en tiempos de guerra, comentó Yulia Gorbunova, investigadora principal sobre Ucrania en Human Rights Watch.

“Esto demuestra que el gobierno se toma en serio el enjuiciamiento de los casos de violación”, dijo Gorbunova.

Durante marzo, las fuerzas rusas se retiraron de los alrededores de Kiev, incluido el poblado donde vive Viktoriya. En las semanas siguientes, las autoridades ucranianas se vieron desbordadas por los relatos de atrocidades, según Lyudmyla Denisova, quien en ese momento era la máxima defensora de los derechos humanos en el país. Desde el 1 de abril hasta el 15 de mayo, la línea de ayuda psicológica de su oficina recibió 1500 llamadas de personas que buscaban apoyo para hacer frente a los delitos sexuales, la tortura y la violencia, dijo Oleksandra Kvitko, quien gestiona la línea de ayuda.

“Una madre llamó para informar que su bebé de 9 meses había sido violado con una vela”, dijo Kvitko. “Ataron a la madre y la obligaron a mirar”. La mujer había llamado diciendo que quería llevarse a su hijo y tirarse por la ventana. Kvitko dijo que intentar darle a la madre una razón para vivir formaba parte de su trabajo.

La línea directa ha registrado cientos de llamadas sobre violaciones, pero muchas de las víctimas se encontraban en un estado de salud mental frágil, dijo Kvitko, y no estaban listas para brindar un testimonio oficial ante las autoridades.

Una excavadora utilizada por las fuerzas rusas para hacer trincheras, en un poblado pequeño cerca de Borodianka, Ucrania, el 22 de mayo de 2022.
Credit…Nicole Tung para The New York Times

Para investigar las violaciones, los fiscales recopilan las pruebas físicas disponibles y toman el testimonio de la víctima. Un examen médico también puede servir como prueba, pero cuando las violaciones ocurren en territorios ocupados, con frecuencia no es posible hacer un examen de inmediato, y si pasa el tiempo suficiente, es posible que no haya indicios de un encuentro sexual violento.

A falta de coincidencias de ADN, los fiscales intentan basarse en otras pruebas forenses, como ropa desgarrada y signos de cortes y moretones de la víctima.

Incluso cuando es posible determinar la identidad de los agresores, la mayoría no están bajo custodia ucraniana, como sucedió en el caso de Romanov, el soldado ruso que fue juzgado la semana pasada.

El Ministerio de Defensa ruso no respondió a las solicitudes de comentarios sobre el caso de Romanov, pero ha negado las acusaciones de que sus soldados cometan crímenes de guerra.

Viktoriya, de 42 años, y varios vecinos proporcionaron a The New York Times relatos de la noche de la agresión con la condición de que solo se utilizaran sus nombres de pila. Viktoriya pidió que no se nombrara su poblado porque vive tan poca gente que los extranjeros podrían identificarla, y le tiene miedo al acoso.

Viktoriya contó que la noche del 8 de marzo llamaron a su puerta. Entraron tres soldados rusos, apestando a alcohol.

Valentyna, de 65 años, en su jardín, donde su yerno Oleksandr, de 48 años, fue enterrado temporalmente después de que un soldado ruso le disparara en la nuca.
Credit…Nicole Tung para The New York Times
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Origen:The New Yorl Times