“Lázaro Báez apostó por el país”. (Del alegato del abogado defensor Juan Villanueva.)

LA NACION

Lázaro Báez, un «apostador compulsivo» por el país-Archivo

Muchas veces los grandes robos son más extraordinarios por las frases que acuñan los ladrones que por el monto en sí de lo robado.

Se nos viene a la memoria la el Gordo Valor: “Yo no hice nada. Cometí el error de subirme al coche equivocado. Iba por el buen camino, con muchos proyectos. ¿Alguien puede pensar que salí a robar teniendo esas posibilidades y disfrutando de la libertad con mi esposa?”, dijo quien pasó la mitad de su vida preso por asaltar 24 bancos, 19 camiones blindados, fábricas y financieras al frente de la llamada Superbanda, integrada por unos 30 secuaces. Alma sensible la del pasajero errante.

Otra frase para el recuerdo es la del Robo del Siglo al Banco Río de Acassuso: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores. Es solo plata, y no amores”, dejó escrito el grupo de ladrones que se alzó con unos 20 millones de dólares y 80 kilos de joyas usando armas de juguete y escapándose por un dique especialmente construido para fugarse a bordo de gomones. Más literatura no se consigue.

Cómo olvidar la carta que Mario César Fendrich, subtesorero del Banco Nación de Santa Fe, le dejó al gerente el día en que desconectó las alarmas del banco. “Gallego: me llevo tres millones de pesos del tesoro y 187.000 dólares de la caja”. Poesía pura.

Hay que reconocer que semejantes profesores dejaron buenos alumnos. Tal vez con menos vuelo artístico, pero notables en su estilo. “Sí, llevé una bolsa con dinero al baño, pero no era un ladrillo del Central”, afirmó Felisa Miceli, exministra de Economía, condenada a tres años de prisión condicional por encubrimiento en la “receptación de un objeto proveniente de un delito y posterior destrucción de documento público”, cuando dijo haber perdido el acta de la inspección durante la cual se encontró dinero en el baño de su despacho.

O el descargo de Romina Picolotti, exsecretaria de Ambiente, también condenada a tres años de prisión condicional por haber defraudado a la administración pública. “Se me acusa de comer bifes de chorizo y sándwiches de milanesa, pero los que me conocen saben que soy vegetariana”. Empalidece Borges ante la mirada de Maru Botana.

Y la última –no por escasez de ejemplos, sino por la falta de espacio para seguir escribiendo– pertenece a Juan Villanueva, abogado defensor de Lázaro Báez en la causa Vialidad. “Lázaro apostó por el país”, dijo el hombre al que la roca de Sísifo le debe parecer liviana.

Origen: La Nación