Alfa dijo que recibió coimas de Alberto y el gobierno contestó con munición gruesa. Un papelón, incluso para los parámetros argentinos.
Hasta hace algunas horas, Alfa era el personaje de Gran Hermano que se había hecho famoso por una cuestión bastante desagradable: rascarse los testículos por un rato, para luego olerse los dedos recostado en su cama. Sin embargo, en la jornada de ayer el hombre se convirtió en el primer tema de discusión política del país. Es que dijo haber recibido “coimas” de parte de Alberto Fernández y el gobierno decidió, torpemente quizás, contestar con munición gruesa.
La primera edición de Gran Hermano en Argentina fue en 2001. Era otro país, sin dudas. Más allá de la convulsionada Argentina de la caída de Fernando de la Rúa, todavía los programas de televisión eran monopolio de la televisión. Además del espacio donde se transmitía el show, la única alternativa para repasar los momentos de archivo eran las producciones satélites de repetición, que oficiaban de programas de publicidad del GH. Más de dos décadas después, uno ya puede seguir las instancias más importantes del reality show desde Twitter, sin siquiera sintonizar Telefé o sus plataformas. Y en este nuevo mundo, no son los productores los que deciden que momentos se reviven una y otra vez. Es la viralización espontánea de la ciudadanía.
¿Qué dijo Walter Alfa Santiago?
En una conversación con otros participantes, Alfa dijo conocer “de hace 35 años” a Alberto Fernández. Señalando la corrupción en la política, el participante de Gran Hermano aseguró, casi al pasar y como si fuera poco relevante, haber recibido varias coimas por parte del actual presidente. Aunque, lógicamente, por ahora sus dichos no están corroborados, por las fotos de las redes sociales de Alfa queda en evidencia alguna cercanía con la política argentina. Por ejemplo, tenía fotos con el expresidente Carlos Menem.
Aunque el comentario sí fue replicado en redes, lo cierto es que la “acusación” pasó bastante desapercibida. Será porque no habrá ningún argentino que considere que un hombre puede llegar a la presidencia sin pagar alguna coima en su vida. Sea como sea, más relevante que eso fue la rascadura de huevos, la supuesta masturbación de otro participante en la cama y la chica que decidió bañarse desnuda por primera vez. Para las preferencias subjetivas de las personas, todo esto fue más trascendente que la cuestión de la corrupción del presidente, en sus años de funcionario de segunda línea.
Aunque lo más lógico (para los intereses del mismo gobierno) hubiera sido dejarlo pasar, el albertismo en retirada contestó como si se tratara una cuestión de Estado. La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, fue la primera que salió a responderle al participante y a la producción de Gran Hermano. Lo hizo desde su rol de «portavoz» del gobierno argentino. Una vergüenza total.
Sin embargo, la cosa no quedó allí. Gregorio Dalbón, uno de los abogados de Cristina Kirchner y del presidente, también habló desde sus redes sociales y aseguró que iniciará las acciones legales correspondientes de la demanda civil por “daño contra el honor” de Alberto Fernández.
La respuesta oficial del programa
Dado que el gobierno arremetió contra el participante, pero también contra la producción y el canal, hubo respuesta oficial por parte del conductor del show, Santiago del Moro. Antes de terminar la última edición, el famoso presentador argentino dijo que no es responsabilidad de Gran Hermano y que todos los participantes firman un convenio a la entrada, donde dicen que se hacen cargo de sus opiniones y personas nombradas. Dado que Fernández no puede hacer más que una demanda civil por las acusaciones, ninguna fuerza de seguridad puede irrumpir en el estudio para arrestar o intimar al participante. En todo caso, cuando salga del programa, tendrá que ratificar o rectificar sus dichos en la justicia.
Origen: Panam Post