El presidente ruso, Vladímir Putin, inauguró junto al dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, una estatua de Fidel Castro en Moscú.

Por Raúl Tortolero

Vladímir Putin inauguró junto a Miguel Díaz-Canel una estatua de Fidel Castro en Moscú. (Twitter)

Que Rusia es capitalista técnicamente, dicen algunos intelectuales de izquierda en Hispanoamérica que no tan ocultamente trabajan para Vladímir Putin y su tiranía, sobre todo dispersando la idea de que ese país es la tercera fuerza militar y económica en el orbe, luego de EE. UU. y China, lo cual es falso.

Y decir eso les conviene a ellos, todos hijos de Alexander Dugin, porque sólo son propagandistas del régimen actual de “La Gran Madre Rusia”.Presentar a la tierra de Dostoievsky, Tolstoi, los Zares, Stalin, y Aleksandr Solzhenitsyn, como un esquema mejorado de tercera vía, cuna del Euroasianismo, de la Eurasia soñada donde Rusia va a la vanguardia de un nuevo orden geopolítico y económico mundial, de la mano de una China igualmente presentada ya no como dragón rojo comunista a secas sino mezclado con un capitalismo (estatal, brutal, y sin derechos), es útil para engañar a todos proyectando la idea de que ya no se es comunista como lo fuera Stalin o Mao, ni capitalista inhumano.

Pero justo es así, porque el camino del eurasianismo es todo lo peor del mundo comunista y lo peor del capitalismo sin derechos humanos, la brutal explotación y masificación, la disolución del individuo en la colectividad ambigua, y su libertad postergada en pos de un supuesto bien estatal, nacional.

Rusia capitalista con cierta apertura al libre comercio, sí, que exporta, sí, notoriamente gas natural, claro. Pero la ideología de control social y de poder estatal y estatista del socialismo, no desaparece en un día, ni en los que han ya pasado desde la caída de la URSS en 1991, tras la del Muro de Berlín en 1989.

Las prácticas de espionaje, control y vigilancia autoritaria, ideológica, comunista, siguen en el ambiente social, y la sustitución de una religión por las liturgias vacuas del Estado, donde Putin es un dios fallido, están ahí.

El presidente se ha ido perpetuando en el poder desde hace 20 años, valiéndose de todo tipo de artimañas.

No se le puede creer a un Putin pretendidamente católico ortodoxo que cumple cabal con el ritual de inmersiones en agua absolutamente heladas para la Epifanía, desnudo, como todo buen practicante ortodoxo, si luego erige un monumento a un aventurero sin Dios, sangriento, ególatra, narciso y comunista, como el barbón de Sierra Maestra, Fidel Castro.

En rendir homenaje permanente a este matón caribeño descendiente penoso de gallegos, de uniforme oliva, y discursos con record Guiness por largos, se le va el dinero de los rusos a Vladimir Putin.

330.000 dólares en erigir esta basura metálica que representa el odio de clases eterno, la no conciliación, una estatua del cubano más insoportable del mundo y que causa aún penas y muerte.

Un homenaje metálico a la miseria, la pobreza extrema, el exilio, tortura a disidentes, persecución, uso de vecinos contra vecinos, elitismo, clasismo y racismo oficialista, espionaje social y político, exportación de revoluciones sin que nadie las pidiera, títere voluntario de Rusia, recreador de Vietnams, discriminador de homosexuales, ratero que se hizo de al menos 900 millones de dólares de fortuna personal según Forbes.

Todo eso es lo que ahora van a poder adorar los rusos por culpa de un insensible Putin bombardero de ciudadanos y niños en Ucrania. En cuanto se muera, su legado será derruido como el de otros caciques rusos cuyas estatuas cayeron a manos del pueblo oprimido. Lenin para empezar. Igual caerá la imagen de Putin, inflada a decir basta en la red china Tiktok.

Red donde aparece caminando en sus palacios, alfombrados, pulcros y magnos, con auto negro de lujo, seguridad, oropeles, auditorios que le aman, le respetan y hasta le temen, o mojado a lo macho impertérrito en la lluvia rindiendo algún homenaje, o pescando a pecho desnudo en un lago salvaje, o de experto en judo, con cinta negra.

Se trata de engrandecer la imagen del tirano que con su Eurasia se quiere comer a Occidente en todo, en la moneda, en el comercio, lo militar y lo cultural, estableciendo los albores de un nuevo orden mundial donde Estados Unidos empequeñece, palidece, ante la grandeza de la Madre Rusia y el Dragón Rojo unidos.

Miguel Díaz-Canel, de visita en Moscú en el aniversario luctuoso de Fidel Castro, para inaugurar y rendir pleitesía al tirano aventurero engañabobos en su estatua de tres metros, en una plaza llamada con el mismo nombre del cubano desde 2017, al año de su muerte, acaecida el 25 de noviembre de 2016 (según las autoridades cubanas).

Las notas de los diarios refieren que cerca también están otras calles dedicadas a la memoria -infame (eso lo digo yo)- de otros socialistas como Salvador Allende, de Chile, y no podía faltar Hugo Chávez de Venezuela.

No me extraña que pronto haya estatuas de López Obrador, de Daniel Ortega, de Evo Morales. De lo peor de nuestro continente, que, no es casualidad, representa la pavimentación del eurasianismo en nuestra América.

Putin promueve entonces en el mundo entero, desde su tierra, como positivo, como digno de homenajes, a Fidel Castro, e incluso agacha la cabeza junto a Díaz-Canel al pie de la estatua, pasando por alto los miles de muertos, desaparecidos, apresados, y el hambre, la persecución, el exilio, la falta de desarrollo. Un homenaje a una basura metálica comunista. Eso pasa cuando estás lejos de Dios, te consagras a ídolos deplorables. Nuestra contrarrevolución cultural debe continuar. Y que esa estatua sea fundida y convertida en llaves, algo mucho más útil que esa payasada comunista.

Origen: Panam Post