El régimen comunista aprobó la gestación subrogada en septiembre con el nuevo Código de las Familias que la izquierda española tachó de «histórico».

La izquierda española, a la que hemos visto censurar fervientemente la gestación subrogada a raíz de la noticia de la reciente maternidad de Ana Obregón, tolera e incluso aplaude -sin embargo- el Código de las Familias que la dictadura cubana aprobó el pasado 25 de septiembre y que permite la gestación subrogada. Eso sí, con el apellido de «solidaria». Aunque, como veremos y cabía esperar, una vez más es el régimen comunista el que se beneficia a lo largo de todo el proceso. El turismo sexual ha dejado paso al turismo reproductivo.

El mencionado paquete legal, que se vendió al mundo como una apertura a los nuevos modelos de familia, en realidad abría la puerta a una muy importante fuente de ingresos. Dado que Cuba es uno de los países más represores, racistas y homófobos del mundo, era obvio que sólo la posibilidad de que el castrismo hubiera encontrado un nuevo modelo de negocio podía explicar que de repente aceptara de una sentada que las personas del mismo sexo (a las que han encarcelado, perseguido y torturado durante décadas) puedan casarse e incluso adoptar niños procedentes de un vientre de alquiler.

Este cambio normativo invitaba a pensar desde el principio que había intenciones ocultas detrás de este avance social. El régimen sigue persiguiendo, encarcelando y torturando a los opositores, y por supuesto continúa restringiendo los derechos y libertades de la totalidad de su pueblo. Los padres no pueden elegir la educación que quieren para sus hijos, por ejemplo. Sin embargo, la dictadura sí permite que las cubanas gesten a niños que son dados en adopción a hombres y mujeres de todo el mundo, porque no ha puesto límite de nacionalidad alguno.

Este gesto, que desde distintos sectores de la izquierda española se ha tachado de «histórico», no cuadra con la Cuba actual y -por supuesto- tampoco con la de los últimos 63 años. No hay quien se trague que este régimen, que ha expulsado a los gays de la sociedad y los ha llevado a campos de concentración bajo la bandera de la revolución cubana, ahora esté preocupado por su derecho a formar una familia. Lo que la dictadura ha visto es un nicho de mercado. Y los homosexuales les interesan en tanto en cuanto son posibles clientes potenciales.

La vulnerabilidad de las cubanas

Con el nuevo Código, las expectativas de futuro de las mujeres cubanas siguen quedando reducidas a la explotación de sus cuerpos, de una u otra manera. Ahora que el turismo sexual -que la isla utilizaba como reclamo- ha decaído, el de carácter reproductivo se ha convertido en una nueva vía para subsistir.

La explotación de estas mujeres no viene dada por el hecho de donen su capacidad gestante a otra persona que no puede tener hijos por sus propios medios -como establece la gestación subrogada por principio-, si no por las circunstancias en las que se produce el proceso.

Para empezar, por la vulnerabilidad de su situación. Es la pobreza en la que viven los cubanos (en este caso las cubanas) y la imposibilidad de ganarse la vida a través de su trabajo, lo que en muchas ocasiones les lleva a buscar otras alternativas para poder sobrevivir.

Cierto es que el Código de las Familias cubano habla de «gestación solidaria», por la que -se supone- que la gestante no ha de recibir ningún beneficio económico, pero sí se ha de pagar su manutención y sus gastos. Eso, como están las cosas en la isla, ya es mucho. Hablamos de condiciones de vida dignas -vivienda, alimento, higiene y sanidad- para ella y la familia con la que conviva, durante nueve meses o más (desde que se inicia el proceso).

El turismo reproductivo

Por otra parte, podemos decir que el régimen comunista las explota porque éste se beneficia de ese turismo reproductivo que ha promovido a partir de la aprobación de la gestación subrogada. El punto 3 del artículo 130 del Código de las Familias dice que «se prohíbe cualquier tipo de remuneración o, dádiva u otro beneficio». No se puede (al menos por los cauces legales) dar dinero a la mujer gestante. Pero la dictadura sí hace caja desde que se inicia el proceso.

Desde que un extranjero pone un pie en la isla, el régimen empieza a ingresar. Da igual si lo hace para consumir prostitución, con la intención de tener las vacaciones de su vida, o en busca de un bebé por gestación subrogada. Cabe recordar en este punto que la sanidad pública cubana es en realidad inexistente y los precios que hay que pagar por cualquier servicio sanitario son absolutamente prohibitivos. Podemos imaginar cómo serán por tanto los costes para realizar el control de estos embarazos y -por supuesto- garantizar las condiciones más óptimas para el parto.

Aquí habría que mencionar también el beneficio que el régimen obtenga por la regularización de los papeles del bebé. El punto 4 del mencionado artículo ya especifica que «en todos los casos se requiere autorización judicial«. En definitiva, el sistema castrista se ha servido de las herramientas necesarias para rentabilizar cada parte del proceso, como viene haciendo desde hace más de seis décadas. La «gestación solidaria» lo es pero con el régimen, que una vez más saca tajada del altruismo y de la necesidad de las mujeres cubanas. Pero sobre esto no tienen nada que decir las Pam e Irenes Montero de turno.

La tarta de Ucrania

Ucrania es uno de los pocos países del continente europeo en los que es legal la gestación subrogada. Miles de bebés ‘por encargo’ -podríamos decir- nacen allí cada año. Motivo por el que se le ha llegado a llamar ‘el útero de Europa’. Allí acuden cada año decenas de parejas españolas que -fundamentalmente- no pueden tener un hijo por sus propios medios.

Así quedó patente con el inicio de la invasión ordenada por Vladimir Putin, el 24 de febrero de 2022. Algunos de los pequeños que se encontraban entonces en los vientres de las madres gestantes nacieron dentro de un búnker. Se pusieron en riesgo cientos de estos contratos, dada la imposibilidad de viajar y -por tanto- de sacar a los niños, como ya ocurriera con la pandemia.

Se calcula que más de 2.000 bebés nacen cada año por gestación subrogada en Ucrania, y la mayoría de ellos son hijos de padres extranjeros que pagan alrededor de 45.000 euros a lo largo del procedimiento. Un negocio que se ha visto muy perjudicado por la guerra y que será difícil de recuperar a corto plazo. Aunque se cree que a la larga incluso se podría impulsar, dada la situación de pobreza -y soledad, por las bajas en el frente- en la que quedarán muchas mujeres.

En cualquier caso, de momento la tarta se ha quedado sin repartir y parece que Cuba querría ocupar el hueco que deja Ucrania en este mercado. Para el país caribeño es el momento de apostar por nuevas vías de financiación. En Europa, competiría sólo contra Georgia, donde solo se permite la contratación de vientre de alquiler a parejas heterosexuales, y Grecia, que admite también la maternidad subrogada para mujeres menores de 53 años que lo soliciten en solitario.

En África, no hay mercado; en Asia, muy poco; y en EEUU, los precios se disparan a más del doble de lo que costaba en Ucrania. Con la posibilidad de que las parejas formadas por personas del mismo sexo puedan ampliar la familia acogiéndose a este tipo de reproducción, Cuba adelanta por la derecha a sus competidores directos y se asegura un buen pedazo del pastel, el de los vientres de alquiler low cost para parejas homosexuales.

Origen: Libertad Digital