Se acerca el esperado intercambio entre los dos candidatos y aumentan las expectativas de la gente en torno a la actuación del actual presidente, que desde hace tiempo parece evitar al máximo las apariciones públicas y las preguntas de los periodistas.

El presidente Joe BidenAFP

Millones de estadounidenses esperan con impaciencia el primer debate presidencial. Pero las expectativas no sólo giran en torno al intercambio entre los dos candidatos, para muchos es una cuestión de fundamental importancia ver la actuación del Presidente Biden y tratar así de aclarar las dudas sobre sus capacidades cognitivas. Aunque el demócrata pasará a la historia como uno de los presidentes que menos ruedas de prensa ha dado, los pocos momentos en los que hace declaraciones, o tiene apariciones públicas, han dejado grandes dudas entre los estadounidenses sobre su estado de salud mental.

Cada vez con más regularidad vemos episodios en los que el presidente Biden parece completamente perdido, dice frases sin sentido, confunde nombres o parece que no pudiera ni mantenerse en pie. Incluso el Departamento de Justicia de Biden ha dicho que el presidente, debido a su «mala» memoria, no es apto para ser juzgado. El fiscal especial Robert Hur, que investigaba a Biden en relación con el manejo indebido de documentos clasificados, dijo en su informe que debido al estado mental del presidente no recomendaba presentar cargos en su contra, ya que sería difícil convencer a un jurado de que Biden siempre está consciente de sus actos y puede responder por ellos.

Es normal que muchos estadounidenses quieran saber cuál es el estado real del presidente. En un par de ocasiones, en las que Biden ha pronunciado discursos preparados con antelación, su desempeño parece buena, como en el discurso sobre el Estado de la Unión, pero esto incluso aumenta las dudas cuando unos días después se le ve completamente perdido y a veces incapaz incluso de responder coherentemente. Incluso el expresidente Donald Trump ha sugerido que Biden debería someterse a un test de drogas antes de hacer el debate. El presidente lleva días en una especie de retiro, preparándose para el intercambio con Trump, lo que aumenta, aún más, las sospechas de los que creen que el presidente en su día a día no está en un buen estado mental.

El hecho de que el ex presidente Trump hubiera aceptado prácticamente todas las condiciones impuestas por Biden para el debate, demuestra la enorme seguridad que tiene el republicano de que sólo con darle un espacio largo para hablar, e interactuar en una conversación, ya será suficiente para poner en evidencia la difícil situación de salud del actual presidente. La campaña de Biden incluso exigió que no hubiera público en el debate; para muchos está claro que el presidente ni siquiera puede concentrarse cuando hay gente alrededor interrumpiendo.

Al margen del tema de las facultades mentales del presidente, para este debate y en general en las campañas, los dos candidatos tienen estrategias muy claras desde hace meses. Mientras el expresidente Trump insiste una y otra vez en los problemas que más afectan a los estadounidenses, como la inflación, la crisis en la frontera y la delincuencia, la campaña del presidente Biden ha centrado su estrategia en presentar a Trump como una amenaza a la democracia.

Seguramente veremos a Biden recordando que Trump es un convicto, y mencionando en varias ocasiones lo ocurrido el 6 de enero, para tratar de convencer a los votantes de que Trump no respeta la democracia y que votar demócrata es la única opción si se quiere mantener al país en la senda constitucional. Sin embargo, incluso para prestigiosos asesores demócratas esta estrategia es «perdedora», ya que en un país donde las principales preocupaciones de la gente tienen que ver con la economía, presentar a un expresidente como una amenaza para la democracia no parece lo suficientemente convincente y motivador para el votante medio.

De hecho, para los votantes republicanos la cuestión es precisamente al revés. Millones de estadounidenses desconfían del sistema judicial y creen que Biden está utilizando la Justicia para perseguir a su oponente. Las múltiples acusaciones a las que se enfrenta Trump, y que han aparecido todas a pocos meses de las elecciones, sumadas a la orden de mordaza contra él, las semanas que ha tenido que estar encerrado en los tribunales y otros hechos como la falta de credibilidad de los fiscales involucrados en las acusaciones o la falta de bases sólidas en los casos, han hecho incluso que la popularidad de Trump en las encuestas crezca tras cada nueva acusación.

El debate de este jueves es muy importante para el país. Es una oportunidad para que los estadounidenses vean por primera vez en mucho tiempo al presidente Biden tener una intervención larga, en el que no sólo leerá un discurso sino que deberá argumentar, responder preguntas y seguramente acusaciones que vendrán de parte del expresidente Trump. También es un momento importante para que el republicano utilice una plataforma nacional para ahondar en cada una de sus propuestas para resolver los principales problemas del país.

 

Origen: voz.us