Razón tienen quienes dicen que la metatranca es teoría mal argumentada. Solo que en el caso de ese artículo que me ocupa, no sé cuál era la teoría preconizada por el autor.

Luis Cino

LA HABANA, Cuba.- Como me he referido en varias oportunidades a Ernesto Estévez Rams, uno de los intelectuales que sirven al régimen de la continuidad posfidelista, algunos pudieran pensar que tengo encarne en contra suya. Nada de eso. Por el contrario, alguna vez le he reconocido mérito a sus argumentaciones, por muy en desacuerdo que esté con las mías. Pero el artículo suyo titulado “Sin hoja de ruta para la acción”, aparecido en el periódico Granma el pasado 24 de mayo, me dejó atónito, desconcertado, al punto de preguntarme si me he embrutecido tanto a fuerza de hacer colas y soportar apagones que ya no soy capaz de interpretar lo que leo.

Empieza Estévez Rams su artículo relatando que, según contó Marlon Brando en su autobiografía, “una noche, él y su pareja del momento despertaron para hallar una mujer totalmente desnuda parada frente a su cama”.

Luego de explicar que al actor le costó mucho convencer a su acompañante de que no conocía a la desarropada, no habla más de ese incidente, señala que Marlon Brando nació en 1924, y dice, sin venir al caso, que en aquella época, “la prensa blanca gustaba alimentar rumores de mujeres blancas siendo violadas por negros, a los que se les describía en términos deshumanizados”.

Cuando uno espera que la cosa va por el racismo, Estévez Rams retoma el tema de Marlon Brando para referirse a la difícil niñez que tuvo Brando con una madre alcohólica y un padre casi siempre ausente que se burlaba de los modales de su hijo. A eso atribuye Estévez Rams la actitud de Brando dentro y fuera del escenario y “su pose de macho alfa”.

Cuando uno espera una tirada contra el machismo y la hétero-normatividad, Estévez Rams refiere cómo Brando, que, asegura era “un dolor de cabeza para directores y productores”, sacó de sus casillas, al engordar y raparse, a Francis Ford Coppola durante la filmación de Apocalypse Now, donde Brando personificó al coronel Kurtz.

Para terminar con el actor, Estévez Rams asegura: “Tanto en ficción como en vida, Brando representó al antiintelectual capaz de dejar una huella en el pensamiento de más de una generación; ese personaje que te hace pensar que, a lo mejor, el gran pensador no existe”.

Y concluye su artículo con un larguísimo párrafo que todavía me tiene patidifuso y cavilando: “A lo mejor hacemos mal en esperar, en todo momento, por alguien que nos guíe y, sencillamente, no hay un mapa para la gran rebelión; esa nostalgia occidental que nos condena a ser eternos infantes esperando un tutor que nos diga qué hacer. La gran rebelión se hace sin hoja de ruta escrita de antemano que nos diga, en cada momento, qué hay que hacer y cómo hacerlo. En ninguna actuación hay hoja de ruta. En ninguna ciencia hay hoja de ruta. Lo que hay es un método, que parece lo mismo, pero no lo es. A lo que más podemos aspirar es a involucrar todo nuestro ser en lo que hacemos, sin dejar nada fuera. Y mientras estamos en eso, no dejemos de acariciar ese gato de la realidad anhelada, del que no sabemos si nos dará su aprobación en forma de ronroneo”.

Como bien dijo Estévez Rams en el tercer párrafo del artículo, Brando “actuaba con todo el ser, como buen discípulo del método”. Más allá de eso, ¿entendieron ustedes a dónde quiso llegar Estévez Rams con esta prosa pseudofilosófica de libro de autoayuda y gato incluido, como aquel de Roberto Carlos, triste y azul?

Les confieso que yo no. Me dejó perdido la muela zigzagueante de Estévez Rams sobre Brando, la gran rebelión y el antiintelectualismo. Si lo que quería hacer Estévez Rams era un artículo sobre Marlon Brando, lo hubiera hecho y ya, sin tanto mareo.

Razón tienen quienes dicen que la metatranca es teoría mal argumentada. Solo que en el caso de ese artículo que me ocupa, no sé cuál era la teoría preconizada por el autor.

¡Oigan, con tan poco espacio de que dispone el periódico Granma por la escasez de papel, y que le hayan dedicado la mitad de una página a ese indescifrable artículo!

 

Origen: Marlon Brando y un indescifrable artículo de Ernesto Estévez Rams en el periódico ‘Granma’