Mucho cacarean los Castro-consumidores y sus defensores arrastra panzas sobre la igualdad social que ha “logrado” la revolución con minúscula de los hermanos Castro.
Yo a veces me pregunto si estos tipos son realmente humanos o si cayeron de otro planeta y en el rebote contra el suelo se quedaron sin materia gris, sin ojos y sin lenguas pa’ ver y pa’ decir la verdad.
Porque en la vida real le traquetea la moringa que todavía a estas alturas del partido estos “revolucionarios” sin revolución mantengan “viva” la leyenda socialista de que tú eres igual que yo, yo soy igual que aquel y Mariela Castro es igual al hijo de un campesino de los campos de Mayabeque.
¡Hay que tener vergüenza en la cara y dignidad en el corazón!
El socialismo cubano, ese invento mefistofélico de cinco pa’ mí y uno pa’ ti que ni los estudiosos de la filosofía marxista han podido descifrar, elevó la división en clases sociales de la sociedad cubana a niveles del último la peste y el primero se la traga. Nunca antes en nuestro país se había sentido tan marcada diferencia entre los cubanos porque, con el cuento de la justicia social, la igualdad de derechos para todos y el casimir que no da calor pero sí, Fidel Castro nos hizo creer que todos éramos iguales, comíamos lo mismo, nos vestíamos igual, olíamos a lo mismo, los zapaticos nos aprietan a todos por igual y hasta el besito que me diste lo debíamos repartir como buenos proletarios de todos los países uníos.
No me canso de decir que nunca en mi vida había visto unos tipos tan descara’os, tan farsantes, tan demagogos y tan cínicos como estos castristas.
En una cosa Fidel Castro si tuvo razón, la igualdad más marcada en Cuba la vivimos los cubanos de a pie, es decir, los obreros, los trabajadores y sus familias, pues recuerdo por la década de los 70s y los 80s como todos nos vestíamos iguales con aquellas horribles y fuera de moda ropas cupón que nos vendían una vez al año, los zapatos modelo “bocaditos” punta cuadrada, los pantalones elaborados por nuestras madres y abuelas con tela de corduroy que vendían por la casilla, las camisas confeccionadas por “mi mamá me ama” con aquellas “escalofriantes” telas estampadas que, desmiéntanme si estoy exagerando, uno llegaba a una fiesta y se encontraba a tres o cuatro socios con igual “decorado” o, en el mejor de los casos, la casa donde se celebraba el motivito tenia las cortinas con las mismas rayas de tu camisa y el olor de tu pantalón…
La revolución de los Castro-embudo generó en Cuba una clase social que, como todo “socialismo” que se respete, la lleva intrínsecamente ligada pues sólo bajo esta doctrina del todo por uno, quienes la implementan, es decir, los dirigentes, se convierten en los nuevos ricos porque, según ellos, tienen la misión de “preservar y distribuir” los bienes del pueblo y del Estado.
La dictadura castrista creó una nueva elite en Cuba. Increíblemente quienes más gritan sacrificio, voluntad, estoicismo, igualdad y entrega a la revolución menos, pero mucho menos, participan de la gran miseria que se ha apoderando de la sociedad cubana a todos los niveles.
Los nuevos ricos del castrismo, entiéndase los Castro, la pandilla de manigüeros tira tiros que los siguieron en sus fechorías históricas y los nuevos huele culos que se les han adicionando, se adueñaron y viven en las casas de la otrora burguesía nacional, construyeron escuelas diferentes a las del pueblo para que sus hijos estudiaran y se agenciaron de clínicas y hospitales con todos los “hierros” para ser tratados y cuidados como Dios manda.
¿Quién alguna vez vio a un hijo de los Castro ingresado en el Hospital Calixto García, La Covadonga o el Pediátrico del Cerro?
Las diferencias entre esta crápula socialista y el sufrido pueblo de Cuba son bien marcadas. La vida que viven y que se dan estos proxenetas de la ideología marxista nada tiene que ver con la que sobrelleva el resto de los cubanos. Yo estoy seguro que la casa donde vive Aleida Guevara, la hija del argentino Che comandante, Che guerrillero todos los niños seremos pioneros, nada tiene que ver con la de cualquier obrero que viva en un pueblecito de las provincias orientales, ni lo que comen ella y su familia se parece al plato de espanto de cualquier cubano que viva en la periferia de La Habana y las medicinas que toma esta “hija pródiga en cuerpo y alma de la revolución” no tienen el mismo amargo de la vida con que esos cubanos tienen que “aliviarse” los retorcijones provocados por un estómago vacio porque, aunque usted no lo crea, el hambre duele, duele cantidad…
Ricardo Santiago.

Origen: La desigualdad social que provoca el socialismo es la peor de todas. ⋆ Por Eso Me Fui De Cuba