Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, abrió la temporada balnearia con una reivindicación insólita que evidencia su ignorancia económica.

Kicillof ,imagen archivo.

    El gobernador bonaerense habla del derecho a irse de vacaciones, pero es cómplice de un modelo que fulmina las posibilidades. (Archivo PanAm Post)

Es economista. Pero en el kirchnerismo esto no es garantía de nada, más bien de todo lo contrario. Una vez más, Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires y niño mimado de Cristina Fernández de Kirchner, abrió la boca para dejar otra frase para el recuerdo y el bochorno. Reivindicó el “derecho al verano” y prometió que, esta temporada, en Argentina se batirán “récords de descanso”.

«Vamos a hablar de un derecho que tal vez algunos ignoran, pero es el derecho al entretenimiento, el derecho al esparcimiento, el derecho al descanso, el derecho a la alegría y el derecho al verano. Hay un derecho al verano», dijo el economista K en la apertura de temporada desde Mar de Ajó.

Aunque las manifestaciones de los dirigentes kirchneristas estén plagadas siempre de impunidad e hipocresía, la cuestión del “derecho al verano” de Kicillof es demasiado. Claro que el derecho en sí no existe ni puede garantizarse desde el Estado, pero todos estamos de acuerdo en que una familia que trabaja de sol a sol todo el año debería “tener derecho” a irse de vacaciones, coloquialmente hablando. El problema es que, en Argentina, el que atenta contra ese “derecho”, por así decirlo, es el mismo gobierno.

Para que un grupo familiar pueda tomarse una semana o dos para descansar en la costa o en otro lugar, lo primero que tiene que tener es un ingreso que supere mínimamente a sus gastos. Pero el kirchnerismo y sus políticas son el más duro destructor de bienestar de las familias trabajadoras. La voracidad de un Estado cada vez más grande somete a los particulares y a las empresas que generan trabajo a cargar con una cruz insoportable. Pero, además de la presión impositiva descomunal en el país, la emisión monetaria inflacionaria hace el resto para liquidar por completo la posibilidad de ahorro. Aunque hablen del “derecho al verano”, Kicillof y compañía prefieren mantener el derecho (mejor dicho, el beneficio) de toda una clase parasitaria que vive del Estado. La asociación entre esta Argentina y el gobierno es la verdadera enemiga del derecho a vacacionar de las personas honestas que se desempeñan en el sector privado.

En sus discursos Kicillof asegura que vacacionar “no es un privilegio”, sino que es “un derecho”. Pero sus acciones y complicidades políticas con el gobierno nacional lo dejan en evidencia. Mientras que Alberto Fernández y compañía evalúan nuevos impuestos para cumplir con el fallo de la Corte de restitución de fondos a la Ciudad de Buenos Aires empeorando la situación económica, los privilegiados que puedan vacacionar en el país (el dólar a 360 en el exterior ya es directamente prohibitivo) se enfrentarán con otra realidad: vuelos que tienen más impuestos que tarifa, precios de alimentos y hospedajes “dolarizados” y alquileres de carpas y sombrillas más caros que en Brasil. Eso sí…si tienen suerte, pueden encontrarse con un político caradura en algún balneario que diga estupideces como las que dijo el gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Origen: Panam Post